Arde el mar

Vive l'amour (2)

En esta situación, ¿hay algún modo de distinguir el encoñamiento gilipollas de Werther del amor heróico que sentían los poetas por su Señora?


Parece como si los dos tipos de amor pudieran distinguirse el uno del otro con la facilidad de las cosas radicalmente distinto. Como podemos separar dos frutas de distinta naturaleza, como peras y manzanas, pensamos, es posible separar estos dos tipos de amor que, parece, son radicalmente distintos como lo puede ser uno nacido de la llamada del otro, uno que es, de hecho, una respuesta -como la respuesta de Moisés a la llamada de esa voz que le habla- y que, en consecuencia, tiene algo de elevado; del otro, que no es respuesta sino llamada; es como si el primero fuera la respuesta a una visión -a la visión de los ojos del otro, a la visión de aquello inaprehensible en el otro, al deseo de abrazar esa indigencia que habita en el otro y a pedirle que él abrace la tuya- mientras que el otro es la llamada a un espejimo, un intento de acercarse a aquello que nos ha parecido ver y que creemos que llenará nuestro vacío, nuestra necesidad, ese anhelo de novedades.

Werther, por ejemplo, parece estar buscando algo, cuando empieza el libro. Describe el mundo a su alrededor para no perderlo, lo transforma para fingir que el mundo llena ese agujero negro que le atenaza, que no es más que el vacío tras una máscara, difuminado bajo su estupidez. Bécquer tres cuartos de lo mismo: yo clavo mi pupila en tu pupila azul. Bécquer no ve a la mujer, ve su pupila, ve la máscara que envuelve el agujero negro de los ojos, donde yace el náufrago...


La diferenia de naturalezas que parece verse no es tal. Antes de la poesía trobadoresca, de hecho, sólo se concebía la relación como "fornicación con vistas a la reproducción para la prolongación de nuestra estirpe con unos hijos que hereden nuestra riqueza". Toda relación conyugal era poco más que un con-trato; la amistad era lo más parecido al amor, y el amor se concebía del mismo modo que ahora: como encontrar a aquel que viaja errante porque ha perdido una mitad de ti, no sé si me explico. El nacimiento de la poesía trobadoresca en el contexto del feudalismo fue el inicio del cambio de paradigma.

En una época en la que los soldados estaban del lado del espíritu porque iban a encontrarse con aquello que estaba más allá, con aquello intolerable, nació la poesía trobadoresca como una emulación en la corte de aquello que ocurría extramuros. Los poetas encontraron en una dama aquello intolerable, esa belleza necesariamente provinente del más allá, esa unidad, ese "debe ser así"(1). La influencia platónica hizo que la adoración de esa mujer que se convertía en una suerte de ascesis fuera vista como la ascesis necesaria para acercarse a Dios y que, finalmente, Dante la colocara por encima de Dios -como Dios es su altura... no sé si me explico-. Aquella que se identificaba con la idea suprema ahora era identificada como aquello inludible.

Pero esa relación de respuesta a la invocación del más allá tuvo un hijo bastardo, que le imitaba.

(to be continued, uh, uh, uh)

3 comentarios:

  1. Ay, qué interesante. ¿Estamos en plan "amor cortés" vs. "amor romántico"? ¿Y tú tomas partido por la elevación de uno o por la realidad del otro? Dime que hay, al menos, un tercer tipo, anda.

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  2. Pd. Literariamente hablando, digo, por supuesto.

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  3. No, es distinto.

    La cuestión es la distinción entre, por un lado, el amor que podría expresarse con un "me gustas mucho, mucho, mucho,mucho (puedes añadirle tantos muchos como quieras)" y que, en el fondo, es poco más que cosquillas; y, por otro lado, el amor que se revela como respuesta a una llamada, a la visión de la indigencia en los ojos del otro ahí.


    Literariamente tenemos el amor erótico. Lo-li-ta, Tristán e Isolda. Este está en el linde entre las cosquillas y la respuesta. Es un asunto peliagudo, el del deseo porque, de hecho, ¿desear a alguien, amarlo por sus cualidades, por su perfección, es amarlo en verdad? Más aún, ¿qué diferencia hay entre el genuino deseo y el deseo provocado por el brebaje que Tristán e Isolda beben en la nave, camino a Cornualla?

    Más aún, el amor que se profesan Tristán e Isolda, ¿es, de hecho, una respuesta? ¿podemos decir que tiene el sello del más allá? Y, por otro lado, ¿si no tuviera el sello del más allá dejaría de ser un amor heróico?

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