Arde el mar

¿Cuál debió de ser la obra musical más primigenia y original? ¿Tal vez una sola serie de golpes rítmicos y monótonos sobre una madera? ¿O un solo grito extático, como un orgasmo, y desgarrado? O esa especie de tono menor de cuando se llora, tal vez; o bien los sollozos.

¿Y dónde? Entre un hombre y una mujer; o entre dos hombres, o dos mujeres; o alrededor de la hoguera, en comunidad; o fue un individuo solo. Quién sabe.

Pero llevamos esa primera chispa dentro, arraigada en el cuerpo, anidando en las entrañas. Somos ese origen. Si el origen fue la escisión entonces lo anterior al origen -el origen del origen- fue una unión indistinta, un trance extático perpetuo en el que yo no fui yo ni tú fuiste tú porque no hubo más que un esto, un algo ahí. Maravilloso, ¿eh?
La poesia és l'única liturgia que mai he conegut.

Restar a l'espera de la paraula, encara.

6 (parte 2)

1. El origen fue una escisión.

Es decir, lo original en nosotros es estar escindidos siempre: ser y no ser aquello que vemos en el espejo; no poder acabar de identificarse consigo mismo. La experiencia fundamental de los enamorados: te he abrazado y no te he tenido. La maravilla de poder reconocer a alguien distinto a ti, alguien radicalmente distinto.

El origen fue una escisión es también: el hombre es hombre porque se reconoce como sujeto y reconoce la alteridad como objeto. El lenguaje es, antes que nada, un filtro entre el sujeto y el objeto. De hecho, no hay propiamente objeto ahí donde aquello ahí permanece sin nombre.

También: No hay propiamente objeto ahí donde el sujeto permanece sin nombre. Lo cual significa: sólo desde el momento en que los límites del sujeto son marcados -esto soy yo; esto no soy yo, por tanto, esto es otra cosa- la realidad puede verse como algo a disposición de sí.